lunes, 30 de abril de 2012

Aixa Requena: "Vine dispuesta a enfrentarme a lo que fuera, a disfrutar y conocer el país”



Nuestra querida amiga Talía publica en su web Hispatriados una interesante entrevista a nuestra también querida Aixa. Como ya os contamos Aixa es originaria de Onda, pero a sus 28 años es ya toda una veterana en Rumanía. Como ella misma dice en la entrevista "vine dispuesta a enfrentarme a lo que fuera, a disfrutar y conocer el país. Me dije pase lo que me pase yo me quedo, no sólo por mí sino por decirle a la gente que se había opuesto, mira he aguantado, no me ha pasado nada. De hecho personalmente no me pasó nada". 

Os recomendamos la entrevista, podéis leerla en Hispatriados, el primer portal interactivo en español de contenidos multimedia que ofrece informaciones útiles a la comunidad hispanohablante de Rumania y le permite compartir sus experiencias para facilitar la integración cultural.



martes, 17 de abril de 2012

Ceaucescu, ciorbas y canes


Teníamos pendiente otro encuentro con Eduardo, el profesor del Liceo Bilingüe Miguel de Cervantes de Bucarest. Este zaragozano, llegó a Bucarest, como él dice, siguiendo a una mujer, y de quien ha terminado enamorándose es de la ciudad. Su visión de historiador y su análisis de la época comunista y post-comunista nos ha puesto en contexto la sociedad actual de Rumanía y nos ha permitido entender su evolución.

“Las revoluciones solo acaban con lo que ya no existe”, sentenció mientras explicaba cómo cayó el régimen de Ceaucescu, el dictador cuya sombra todavía planea en amplios sectores de la sociedad. Paseando unas horas después por la plaza de la Universidad, donde todavía son visibles las pancartas y pasquines que los jóvenes rumanos colocaron allí durante las movilizaciones de su 15M particular, resulta inevitable pensar si no nos encontramos ante el final de otro sistema que agudiza cada vez más la brecha de la desigualdad.


Nos hubiésemos quedado con él todo el día escuchándole pasar de un tema a otro pues es realmente un conversador nato. Entre tantas palabras nos quedamos con la frase que rompe muchos estereotipos: “en diez años aquí solo me han intentado robar una vez; en el aeropuerto de Barajas”.

Nos despedimos de Eduardo porque habíamos quedado con Roxana para comer en el jardín de su casa una comida típica de Pascua preparada por su madre. De plato principal ciorbă de perişoare, una sopa de albóndigas de la que dimos buena cuenta. Pero sobre todo quedamos con ella para continuar la conversación, esta vez con más intimidad, sobre la lucha que muchos colectivos pertenecientes a minorías están llevando a cabo en una Rumanía todavía muy resistente a ciertos cambios sociales. Su pasión y convencimiento al hablar nos contagia un estado de ánimo tan eufórico que, como ella repite constantemente, “lo flipas”.


El poco tiempo que hemos podido compartir con esta gitana rompedora nos ha convencido de que hemos dejado otra amiga en Bucarest. Con ella y con tantas otras personas que hemos conocido aquí esperamos volver a encontrarnos muchas más veces.

De vuelta al hotel, en nuestro último día, unos cuantos perros se nos cruzaron por el camino casi rogándonos que les grabáramos. Todos en distintas actitudes, con diferentes ánimos. Uno de ellos no se conformó con el papel de extra y nos brindó una actuación espontánea que estamos convencidos que se transformará en la escena final de nuestro documental. Ellos también forman parte de la realidad. De Bucarest. De Rumanía.

domingo, 15 de abril de 2012

El mundo es un pañuelo


Todo el rato estamos escuchando, de unos y otros, que el mundo es un pañuelo. Comprobarlo cada vez es más fácil. Venir a Rumanía, un destino que, a priori, no parece estar en las rutas de nuestros viajes anhelados y encontrarse con gente de tu ciudad parece ya menos causal. Pero toparse de bruces con una convecina a la que no veías hace años y a la que le habías perdido la pista es, cuanto menos, sorprendente. Pues eso es lo que nos ha ocurrido en Bucarest.

Marcel Gascón es de Castellón. Vino como alumno Erasmus a Bucarest, y como tantos otros estudiantes, se quedó enamorado de esta ciudad. Escogió Rumanía porque quería conocer los rescoldos del comunismo, de un país que le resultase diferente y singular. Buscaba un lugar en el que pudiese sentirse extranjero. Al terminar su periodo académico intentó quedarse, pero no encontró trabajo, por lo que regresó a España. Una vez allí, y al saber hablar rumano, le ofrecieron venir y ahora es el responsable de la Agencia Efe en Rumanía.

La lluvia intermitente y una ciudad absolutamente desierta por la celebración de la Pascua Ortodoxa nos ha complicado un poco el trabajo, pero no ha impedido que podamos conocer su punto de vista, ya que nos interesaba mucho conocer la opinión que nos puede ofrecer un corresponsal español acostumbrado a rastrear entre los medios de comunicación sobre lo que puede ser noticia de este país.


Después de comer en uno de los pocos lugares abiertos que hemos encontrado en esta ciudad de dos millones de habitantes, nos hemos encontrado, nada más y nada menos, que con Aixa. Nosotros somos y venimos de Onda, como ella.

Otra vez más una Erasmus no pudo resistir la llamada de esta ciudad. Por eso, el año que pasó aquí, no fue el último, porque regresó para trabajar como voluntaria en un proyecto de desarrollo vecinal en una pequeña comunidad rural. Y le ha cambiado la vida. Nos llama la atención cómo tantísima gente joven que hemos conocido, desprejuiciada a pesar de que todos en España les ponían sobre aviso de los peligros y amenazas falsas que encontrarían aquí, han decidido que este sí es su lugar.


Aixa es el ejemplo perfecto de lo equivocados que están en su pueblo los que piensan que nunca van a salir de allí y por lo tanto no se esfuerzan en aprender nada nuevo. En el fondo, y como nos ha dicho, hay mucha ignorancia, mucho miedo al cambio, mucha gente que no es capaz de afrontar nuevos retos y por eso, compartimos con ella la idea de que sus vidas van a ser mucho más pobres. El mundo nos ofrece oportunidades, vivencias y experiencias maravillosas que son las únicas que te pueden hacer crecer.

También nos ha comentado que a los xenófobos, a esas personas que opinan que los inmigrantes van a España a robar el trabajo a los autóctonos, les pagaría si pudiese un billete sin retorno a Rumanía para que intentasen apañárselas viviendo en las condiciones que una familia vive aquí. Que es legítimo, absolutamente legítimo, que un padre anhele un futuro mejor para sus hijos esté en el país que esté. Pero, de paso, Aixa también le pagaría un billete a todos los que en España, sin conocer ni haber visitado este país, tienen una opinión tan negativa de la realidad que se vive aquí, para que se den cuenta de lo equivocado de sus prejuicios.

Pues sí, no es mala idea. Conocer a gente joven como Aixa, con las ideas tan claras y un mente tan abierta, resulta esperanzador.


sábado, 14 de abril de 2012

Descanso pascual


El día de hoy descansamos de entrevistas, así que decidimos salir para grabar más recursos por la calle. Un día gris, pero no llueve. Llegamos a la iglesia Sfântul Gheorghe Nou y nos sorprende de nuevo el magnífico estado de los frescos, que parecen recién pintados, algo que no es exclusivo de esta iglesia, por lo que llevamos visto. Tras grabar unos recursos dentro, nos disponemos a captar el ir y venir de los tranvías en la parada situada justo enfrente. Apenas llegamos a la marquesina comienza a diluviar. Nos da tiempo a observar cómo la gente sube y baja aparentemente despreocupada de los vagones, ajena a las miradas de dos curiosos extranjeros cargados de bolsas y cámaras. Así como los autobuses y, sobre todo, el metro de Bucarest nos parecen muy modernos, los tranvías todavía mantienen ese look vintage y destartalado que para el recién llegado puede parecer exótico pero intuimos algo incómodo para los usuarios. Sale el sol.


En Piata Universitate se reunieron los indignados el año pasado en protesta por el recorte de sueldo a los funcionarios y consiguieron con sus quejas que el Presidente destituyera al Primer Ministro, algo que, según nos cuentan, fue todo un logro, ya que hasta entonces, la sociedad rumana no era conocida por su propensión a la protesta. Nos llamó la atención ese kilómetro 0 en el que se proclamaba el carácter anti-neocom (neocomunista) del movimiento 15-M rumano.


Mientras grabamos la gran falla de hierro construida frente al Teatro Nacional comienza a diluviar de nuevo. Ni siquiera nos podemos refugiar bajo la enorme marquesina del más enorme Hotel Intercontinental. Sólo llegamos a una pequeña caseta de acceso a un garaje que nos protege durante veinte largos minutos. En vista de que el día pinta mal, nos damos media vuelta y regresamos al hotel con el ánimo algo gris, como el día, y el rabo entre las piernas, mojados, como los chuchos que constantemente se cruzan en nuestro deambular bucarestino.


La noche nos deparó una agradable velada con Roxana y dos amigos suyos, Ovidiu y Ciprian, dos antiguos alumnos con los que mantiene una excelente relación. La conversación fue casi más alimenticia que la excelente cena que nos preparó Roxana. Entre bocados de chiken tikka masala y huevos de pascua, mientras toda Rumanía celebraba su sábado de gloria, nosotros intercambiábamos inquietudes y opiniones sobre la vida en Rumanía y las nuestras propias.

viernes, 13 de abril de 2012

Vísperas Pascuales


Mientras Rumanía en pleno se prepara para un largo fin de semana de celebración de la Pascua ortodoxa, nosotros nos acercamos a conocer a Javier. Javier es un madrileño de Alcalá de Henares que trabaja en un centro de día para niños de la calle en Bucarest. Tras el derrocamiento de Ceaucescu los orfanatos rumanos fueron prácticamente desmantelados, por lo que muchísimos niños se vieron directamente en la calle. Javier empezó como voluntario en Fundatia Parada, una organización independiente que tiene por misión utilizar el arte como apoyo educativo y herramienta de reintegración para los niños de la calle. Durante el día acuden al centro para aprender juegos de circo con los que adquirir hábitos de disciplina y poder, en el futuro, conseguir un trabajo e integrarse en la sociedad, además de satisfacer a corto plazo sus necesidades más inmediatas y básicas.


Ahora, contratado por la Fundación, sigue desarrollando su labor y observa cómo los jóvenes rumanos han empezado a implicarse en labores de voluntariado. Como muy bien dice Javier es complicado ser altruista cuando tus propias necesidades elementales no están satisfechas. Afortunadamente la situación socio-económica en Rumanía ha evolucionado y cada vez es más habitual que los jóvenes rumanos se sientan concienciados y puedan dedicar una parte de su tiempo a los demás.

A mediodía nos encontramos con Iuliana, la compañera de trabajo de la que Carlos y María nos hablaron el primer día. Fue a España a estudiar y acabó quedándose allí a vivir con el que ahora es su marido. Gracias a su formación y conocimiento de idiomas trabajó en el departamento de exportación de una empresa azulejera de Vila-real. Pero, justo al comienzo de la crisis, decidieron regresar a Rumanía y labrarse un futuro que en España ya se hacía incierto.

Iuliana piensa que las cosas están difíciles también en Rumanía pero que, al menos, aquí está junto a su familia. Cree también que, en muchas ocasiones, el coste emocional que se paga al estar lejos de los seres queridos no compensa los posibles beneficios económicos que implica trabajar fuera de Rumanía.


Como comenta con acierto, los españoles no tuvieron inconvenientes en que los rumanos llegasen a España para trabajar. Ahora, cuando ha pasado el tiempo y han tenido hijos que ya están integrados, no es justo que les acusen de que están ocupando un lugar y utilizando unas prestaciones que no les pertenecen. Porque cada uno es del lugar en el que está en cada momento. Las personas no son cosas que se cambian de lugar a conveniencia del usuario. Si en un momento dado los rumanos fueron a España porque el país les necesitaba, de justicia será que ahora España satisfaga las necesidades que los rumanos, afectados por la crisis económica, puedan tener.

Y finalmente nuestro día concluyó en Lipscani, la zona del casco antiguo recientemente peatonalizada, en pleno proceso de rehabilitación, en la que se han concentrado la mayor cantidad de bares y restaurantes de Bucarest, cosa que ha transformado la zona en un punto de encuentro para la juventud. Durante la Edad Media Lipscani fue la zona comercial más importante, no solo de la propia ciudad de Bucarest sino también de toda Valaquia. En el siglo XVII se la empezó a llamar Lipsca (por Leipzig), debido a que ese era el origen de muchas de las mercancías de las que se podían adquirir allí. La palabra lipscan (singular de lipscani) pasó entonces a significar comerciante que trae sus mercancías de Europa occidental.

Allí nos encontramos con Roxana, Ioana y, de nuevo, con Talía. Roxana es profesora de inglés en el instituto que dirige Ioana. Pero antes que su profesión para Roxana está su identidad como mujer gitana. Como nos explicó, los gitanos llegaron a Rumanía en calidad de esclavos, sobre todo a manos de la iglesia, la gran terrateniente en algunos momentos de la historia del país. Ahí se encuentra, probablemente, el origen del estigma que les persigue todavía, a pesar de constituir aproximadamente el diez por ciento de la población actual. El prejuicio contra el pueblo gitano está tan presente en la sociedad que se hacía necesario conocer una historia tan singular.


Roxana ha logrado introducir la asignatura de Derechos Humanos en su instituto y combatir la discriminación hacia cualquier minoría desde la perspectiva institucional que ofrece un centro educativo.En la conversación entre Roxana y su directora quedó patente cómo, en ambos casos, la educación recibida impidió que en ellas creciera el prejuicio hacia las minorías, ya que cuenta Ioana que sus padres nunca le hablaron mal de gitanos, homosexuales, o extranjeros. Y además afirman que siempre cuestionaron las palabras de quienes lo hacían.

Pero, como nos comentó Roxana, no es tarea fácil hacerlo cuando la homofobia, el racismo y el machismo están tan incrustados en el inconsciente colectivo que todavía no está mal visto que un profesor con formación universitaria profiera en público expresiones ofensivas hacia los colectivos en situación de riesgo de exclusión social.

Todo un ejemplo a seguir. Para nosotros un modelo de compromiso. Afirma Roxana que todos tenemos, al menos, la obligación de barrer “la suciedad” que hay en nuestras aceras. Si como personas no podemos cambiar un país, no podemos cambiar la mentalidad de una nación, si que podemos, al menos hacer el esfuerzo de hacerlo en nuestro entorno más cercano, aquel sobre el que tenemos influencia. Que una mujer como ella lo haga en un contexto tan adverso como el suyo no deja de ser una lección para nosotros, acostumbrados en el nuestro a comprobar cómo la gente prefiere mirar hacia otro lado en lugar de implicarse. Y nos preguntamos dónde estaríamos de no haber habido otras Roxanas en nuestro país que si lo hicieron en su momento.


jueves, 12 de abril de 2012

Bucarest no es Rumanía


Toda la gente que hemos conocido en Rumanía coincide en el mismo punto. Todos opinan que en este país hay dos realidades claramente diferenciadas, la Rumanía urbana que representa la capital, Bucarest y algunas grandes ciudades, y una segunda realidad, la del campo, la Rumanía rural.

Sorin llegó a España en 1995 con su mujer para pasar un año. Su objetivo era regresar con el suficiente dinero con el que poder salir de una situación poco desahogada. Pero este proyecto de vida se dilató más de lo previsto. Un año se convirtió en dos, luego en tres y finalmente fueron trece.

Magda, su mujer, vino a Rumanía en cuanto pasó el primer año a recoger a su hija Diana, que había quedado aquí con sus padres. Nos comentaba cómo Diana no la reconocía y cómo sus propios padres no querían dejarla para que se fuese a España ya que no tenían las garantías de que la vida que le ofrecían aquí podría ser igual en España. Los silencios de Magda contándonos la frialdad que en aquellos días una hija le transmitía a su madre nos dejaban helados.

Pero finalmente los tres pudieron reunirse en Castellón, donde lograron integrarse. Y, aunque España para Magda represente trabajo, trabajo y trabajo, todavía piensa en la casa de Castellón como “su casa”. Magda hizo todo tipo de trabajos y Sorín, entre otros, fue traductor jurado y encargado de una fábrica en Castellón. Y todavía tuvo tiempo para implicarse con sus compatriotas a través del movimiento asociativo para ayudarles a resolver sus problemas en España y facilitarles su integración.

Diana sufrió de pequeña el cambio de país al trasladarse a España, pero consiguió sentirse como una más al poco tiempo. Ahora estudia en la Universidad de Bucarest y no descarta proseguir estudios de nuevo en España. 


Su hermano Andrés nació en Castellón y le ha tocado vivir lo mismo que su hermana pero en dirección contraria. Cuenta que tanto le hablaban de Rumanía que al principio tenía muchas ganas de venir, pero para él la experiencia del retorno no ha resultado todo lo satisfactoria que esperaba. Añora la ciudad y a sus compañeros de clase. De Rumanía detesta especialmente las clases de mates.


Gheorge Doja y Castellón no pueden ser más distintas (físicamente). Con poco más de dos mil habitantes, este pueblo situado entre Bucarest y Constanza ofrece pocas posibilidades de trabajo (casi las mismas que en Castellón hoy en día) solo que aquí, o trabajas en el campo, o trabajas en el campo. Y a esta tarea Sorin se ha tenido que dedicar por primera vez. Las respuestas a nuestras preguntas sobre su experiencia nunca son categóricas. En sus rostros se perciben las dudas respecto a las decisiones tomadas, pero también la tranquilidad de que saber que están en casa, con los suyos, en su país.




De vuelta a Bucarest tomamos la carretera general en lugar de la autovía por la que vinimos. Poco después de Urziceni notamos cómo éramos los destinatarios de infinidad de bocinazos, que iban seguidos de peligrosos adelantamientos por el arcén. Nos costó poco tiempo darnos cuenta de que la carretera por la que circulábamos se había reconvertido en una autovía por propio deseo de sus conductores, destinando ambos arcenes a una suerte de segundo carril para lentos. Un claro ejemplo del deseo de los rumanos para que sus políticos les construyan más vías rápidas. Pero mientras no haya autovías, ellos circulan por sus carreteras como si ya lo fueran.


Hace ya una semana que llegamos a Rumanía. Los testimonios se multiplican y el ritmo del trabajo va dejando su huella en nuestras fuerzas. Llegar al hotel y descargar el material de grabación se convierte en una suerte de bendición que nos deja groguis hasta el día siguiente. Mañana hay sesión triple.

miércoles, 11 de abril de 2012

Empaque institucional


Estamos muy agradecidos a las gestiones realizadas por el personal de la Embajada de España en Bucarest, gracias a las cuales hemos entrado en contacto con la comunidad española residente en el país. Sus testimonios nos van ofrecer un punto de vista diferente al que tendríamos si nos hubiésemos centrado exclusivamente en las experiencias de los inmigrantes retornados. Su visión de Rumanía y sus gentes es el complemento que buscábamos.

Hoy hemos acudido a la Embajada de España. Santiago nos ha presentado a la cónsul, Virginia, con la que hemos estado charlando e informándonos de primera mano sobre la realidad y las circunstancias de los españoles residentes en el país así como de la evolución del movimiento migratorio rumano hacia España.

Por la tarde hemos quedado con Rafa, uno de los profesores de español del Instituto Cervantes de Bucarest. Absolutamente apasionado por su trabajo y, como él dice, un caso perdido en lo que se refiere a la posibilidad de regresar a España. Rafa nos ha puesto en contacto con otros españoles cuyos testimonios nos parecen muy interesantes. Después de estar con él entendemos por qué toda la comunidad española en Bucarest, sin excepción, habla maravillas de Rafa.

martes, 10 de abril de 2012

De escuelas y empresas


Finalmente hemos conocido a Clara, llegó a España con cuatro años y desde entonces hasta los catorce solo volvió a su país de vacaciones. A partir de entonces la vida se hizo difícil. Sus padres estaban trabajando todo el tiempo y ella sola no podría responsabilizarse de su hermana menor y seguir estudiando, por lo que tuvo que regresar a Rumanía donde residen con un familiar.

Para Clara, lejos de sentir nostalgia o resentimiento, contempla la experiencia de haber vivido en España como un enriquecimiento y no descarta regresar para seguir estudios universitarios. Ahora tiene amigos en Rumanía y en España; conoce las dos realidades, y es consciente de las grandezas y debilidades de cada una de ellas.

Especialmente interesante es su visión de lo que significa el esfuerzo académico: “En España sacaba un tres y me quedaba tan feliz, todo me daba risa. En Rumanía si sacas esa nota se burlan de tí. Si sacase esa nota me daría vergüenza que mis compañeros lo supiesen y además, me pasaría el día llorando. En Rumanía si sacas un ocho no haces otra cosa que ver cómo puedes convertirlo en, al menos, un nueve y medio”. Con esta observación nos quedamos.

Por la tarde nos encontramos con Talia en la multinacional en la que da clases de español a los. empleados y nos explicó cómo la relación entre Rumanía y España empieza mucho más atrás que el príncipio del siglo XXI, que las relaciones culturales, económicas y sociales pueden rastrearse muchos siglos atrás, tan atrás como el Imperio Romano. La empresa en la que trabaja Talia se encuentra en la calle Floreasca, un distrito emergente, lleno de multinacionales y rascacielos de diseño, en plena ebullición constructiva.


Para acabar conocimos el testimonio de David, otro David. Vino a Rumanía contratado por gran empresa española que trabaja en el sector de Obra Pública. Ahora se ha independizado y trabaja como asesor en su propia empresa. David nos dio una visión muy realista de la realidad laboral del país y de su experiencia con trabajadores de los dos países. Para David, como para otros que hemos conocido, Rumanía es un país de oportunidades. Suya es la frase que más nos sorprendió: “En Rumanía la crisis ha pasado”. Frase con la que muchos otros entrevistados no están de acuerdo. Pero también entiende la necesidad de tantos miles de rumanos de salir de su país para encontrar la oportunidad que, de momento, aquí no tienen.


El día estaba siendo largo, comenzábamos a sentir el cansancio acumulado de tanto ir y venir. Al final, acabamos caminando más de lo previsto, con cámaras, bolsas y nuestro querido e incómodo trípode. Hacen falta más descansos...


lunes, 9 de abril de 2012

Entrevistadores entrevistados

El tiempo cambia con rapidez en Bucarest. Si ayer sufríamos una pertinaz lluvia, hoy nos ha sorprendido una inesperada bajada de temperaturas. El plan inicial de pasear por la mañana por la ciudad para grabar recursos se ha reducido a un rápido callejeo de camino a la plaza de la Ópera, donde habíamos quedado de nuevo con David, nuestro cicerone, para que nos contara a cámara su historia particular.

El edificio de Radio Rumanía, donde David hace un programa de divulgación rumana en español para el exterior (el equivalente a nuestra Radio Exterior de España) es, por dentro y por fuera, un buen ejemplo de arquitectura comunista. Los recuerdos de la archiconocida "La vida de los otros" vienen a a nuestro encuentro.


David nos presenta a sus compañeras de trabajo, y charlamos relajadamente con Irina, con quien David hace el programa. Ambos nos habían propuesto entrevistarnos para una de sus emisiones y contar a través de las ondas qué nos traía a Rumanía. Así que nos convertimos por una vez en entrevistados y creo que salimos airosos del lance. 


David nos contó cómo se gana la vida en Bucarest como traductor, empleado de una empresa de aguas y periodista radiofónico, todo a la vez, como muchos rumanos, a los que un solo sueldo no les resuelve la vida aquí. También nos explicó por qué razones no está en sus planes regresar a España -entre ellas la poca perspectiva de encontrar trabajo allí- y su visión del fenómeno de la emigración y del posible retorno. Irina también nos habló a cámara de su percepción como ciudadana rumana de lo que aquí se cuenta de sus compatriotas que han emigrado. Los detalles nos los guardamos para el documental....

A la salida de la radio, David nos señala un restaurante español cuyo propietario es un rumano retornado, así que entramos a pedirle si quería participar en nuestro documental. En su ausencia solo conseguimos charlar con una camarera que también trabajó en Valencia y regresó a Bucarest, digamos que un poco a regañadientes. No obstante, regresaremos en busca de la historia del dueño.

En busca de nuestra próxima cita, llegamos a Curtea Veche, el área reconstruida del centro histórico de Bucarest, cerca de donde hay un pequeño pasaje, una galería comercial en miniatura acristalada al estilo de la  célebre de Milán, con unos pocos bares en los que la gente se reúne a fumar narguilé (la conocida cachimba) y tomar unas cervezas. Allí nos esperaba Eduardo, un profesor de historia del Liceo bilingüe Miguel de Cervantes y colaborador ocasional con el Instituto Cervantes. Él nos puso tras la pista de algunos alumnos de su colegio que hace poco que retornaron de España. Unos junto a toda su familia, y otros ellos solos. Este último caso es el de Clara, una chica rumana que, tras nueve años viviendo en Castellón, ha regresado a su país mientras sus padres siguen en el extranjero y ella vive con un familiar. Con ella hemos quedado para que nos cuente esta historia que nos toca tan de cerca.


La conversación con Eduardo ha resultado tan amena y distendida que le hemos pedido que nos cuente esas cosas a cámara otro día. Especialmente espeluznante es la historia sobre los suicidios de los "huérfanos de la emigración" en Rumanía: jóvenes que se han quedado si sus progenitores porque éstos han emigrado y les han dejado a cargo de familiares o directamente solos al cuidado de hermanos menores. Pero bueno, lo dicho, los detalles los dejamos para más adelante.

domingo, 8 de abril de 2012

A Bucarest con trillizos


El día empezó lloviendo. Mal tema para acudir como habíamos acordado con David a Talcioc, el rastro que todos los domingos se organiza a las afueras de Bucarest. Baratijas de recuerdo de la época comunista, material quirúrgico, discos de vinilo, ropa y calzado, repuestos de fontanería, chocolatinas y pasteles... Y,  curiosamente, también pueden encontrarse electrodomésticos, material informático y objetos decorativos de dudoso gusto conviviendo al lado de la quincalla. Hoy con el inconveniente de que la mercancía estaba pasada por agua. Pero a pesar de todo David compró la cámara de fotos y el despertador vintage que bucaba.

Al medio día quedamos con Talia, que vino a Rumanía por primera vez en 1998 para participar durante unos meses en los proyectos de cooperación de una ONG rumana. En 2003, al acabar la carrera de periodismo y con la necesidad de un cambio de aires, decidió volver para pasar un año de nuevo en Rumanía. Y, a pesar de la opinión en contra de todo el mundo en España que pensaba que estaba tirando su vida por la borda, apostó por quedarse definitivamente. El martes iremos a grabarla a su trabajo y nos contará con más detalle su historia así como su proyecto en la web Hispatriados, el primer portal interactivo en español de contenidos multimedia que ofrece informaciones útiles a la comunidad hispanohablante de Rumanía en el que se puede, además, compartir experiencias para facilitar la integración cultural.

Dice Talia que lo bueno de Rumanía es que te ofrece muchas oportunidades y nunca te discriminan por ser extranjero o por no hablar el idioma. Que siempre se ha sentido acogida y que es un país que te permite ser quien quieras ser: si quieres ser sólo un extranjero lo serás, si quieres ser empresario también, solamente depende de ti elegir tu destino.


Por la tarde conocimos y grabamos a Carlos y María. Dos catalanes que se dieron cuenta muy pronto que el mundo era mucho más grande que Barcelona. Para rematarlo la cigüeña les trajo tres criaturas a la vez. Se dieron cuenta de que la vida en España se complicaba y que quizá la capital catalana ya no era su sitio en el mundo. Una oportunidad laboral los trajo a Bucarest. Y estando en Bucarest ha llegado su cuarto hijo.

Saben que su estancia en Bucarest es temporal, pero eso no quiere decir que dejar Bucarest signifique regresar a España. Es más, Carlos está convencido de que cuando sus hijos encontrará en el futuro su oportunidad en un lugar distinto a Bucarest o Barcelona, y para eso los preparan y los educan. Y una cosa curiosa: el concepto "orgulloso de ser" de una nacionalidad es totalmente desconocido para las pequeñas. Cosa entendible cuando se trata de personas que hablan perfectamente el idioma de sus padres, manejan mejor todavía el rumano, aprenden inglés y para ellas España no es más que el sitio donde viven sus abuelos.

Como dice María ellos son unos españoles que encontraron su lugar aquí, del mismo modo que muchos rumanos encontraron su lugar en España.


sábado, 7 de abril de 2012

Apoteoza


Hoy hemos conocido a David. Hemos pasado el día con él y nos ha estado enseñando algunas partes de la ciudad, hasta llegar a Grădina Cișmigiu, donde hemos parado para comer y charlar durante horas de la idiosincrasia rumana y de su experiencia personal.

Vino el año 2005, casi por casualidad, a pasar un año en Bucarest con una beca Erasmus. Tras un curso que considera nada provechoso académicamente, se volvió a su Elche natal con el rumano bien aprendido y enamorado de esta ciudad y del país. Dos años en España bastaron para que le dieran ganas de volver de vacaciones y una visita de cinco semanas en octubre de 2008 se ha prolongado hasta la fecha.

Ha ido ganándose la vida con clases particulares de español, traducciones y trabajando en algún proyecto PHARE. Además, en abril de 2011 creó una pequeña empresa con la que intenta mantenerse a flote. Y, desde enero de este año colabora con el departamento de español de Radio Rumanía Internacional, donde tenemos previsto grabarle el próximo lunes.

Por si acaso, y para culminar todo esto, hemos concluido el día en “Chocolat”, una pastelería especializada en pasteles de chocolate de los que hemos dado buena cuenta. Un lugar que, además, representa el espíritu del regreso. Su propietario, un rumano que emigró a Bélgica como camarero en una pastelería, se aprendió la lección de memoria y mejoró la receta del chocolate belga. ¡Y tanto que la mejoró! Una auténtica apoteosis del cacao. Apoteoza!


viernes, 6 de abril de 2012

Bucuresti, Romania


Llegó el momento de cerrar el círculo tras tantos meses de organizar y reorganizar, elaborar y reelaborar, pensar y repensar. Tantos "rehaceres" porque nuestro proyecto ha contado con bastantes imprevistos. Todos solucionables excepto la pérdida de nuestra amiga y compañera Clarisa. Que se fuera tan precipitadamente nos dejó temporalmente sin respuestas ni ganas de continuar sin ella. Como sabemos que Clari nunca se habría dado por vencida, era obligatorio para nosotros terminarlo y dedicárselo. Estos días, su recuerdo nos acompaña.

Así que hemos venido a Bucarest con el objetivo de siempre: conocer, como ya hicimos en Ecuapop, la otra parte de la historia. Esa parte de la que todos tienen una opinión pero que, del mismo modo, todos desconocen. ¿Cómo ha evolucionado Rumanía? ¿Y Bucarest? ¿Por qué tantos rumanos se vinieron a España?... Y los que han decidido regresar, ¿por qué tomaron esa decisión y cómo es ahora su vida? ¿Han notado el cambio que ha vivido el país?... ¿y sus hijos?

Curiosamente, mientras estábamos preparando este viaje, fuimos conociendo testimonios de españoles que se han venido a Rumanía y no precisamente de turismo. Españoles que no han venido a montar una multinacional ni viven en un chalet con piscina climatizada. Españoles que, como los rumanos en su momento, están aquí porque de alguna manera la crisis, que está en todas partes, no les dio más opciones.


Y para empezar hemos decido hacerlo visitando el lugar sin el que no se puede entender Bucarest, ni Rumanía: el Palacio del Parlamento. El último delirio megalómano de Ceaucescu fue pensado para el pueblo pero con el objetivo indiscutible de mostrarle su poder. Tiene en su haber el privilegio de ostentar la denominación de segundo edificio más grande del mundo tras el Pentágono. Es gélido, inhumano y triste y un sinfín de salas de conferencias, laberínticos pasillos y estancias provocan la advertencia de la guía: «Síganme en todo momento o se perderán. Quien quiera contemplar durante un minuto cada una de las 1000 habitaciones necesitaría tres días y medio». Edificado con materiales exclusivamente rumanos, los ciudadanos siguen polemizando sobre los designios de un edificio que causa admiración y repudio por igual, como se observa en el libro de visitas. Una muestra más de que todo poder es efímero. Nada es eterno, nada permanece, todo cambia.


Bucuresti, Romania

Llegó el momento de cerrar el círculo tras tantos meses de organizar y reorganizar, elaborar y reelaborar, pensar y repensar. Tantos "rehaceres" porque nuestro proyecto ha contado con bastantes imprevistos. Todos solucionables excepto la pérdida de nuestra amiga y compañera Clarisa. Que nos dejara tan precipitadamente nos dejó temporalmente sin respuestas ni ganas de continuar sin ella. Como sabemos que Clari nunca se habría dado por vencida, es obligatorio para nosotros terminarlo y dedicárselo. Estos días, su recuerdo nos acompaña.

Y, mira por dónde, aquí hemos aterrizado: Bucarest, Rumanía.

jueves, 5 de abril de 2012

Nicolae Ceaucescu: El Rey del Comunismo


Es difícil comprender la Rumanía de hoy en día sin conocer a Nicolae Ceaucescu, un dictador cuyo principal logro fue convertir su país, desde 1965 hasta su ejecución en 1989, en toda una obra de teatro como evidencia el documental de Canal Historia que acompaña esta entrada.

Su gobierno estuvo marcado en la primera década por una apertura hacia Europa Occidental y Estados Unidos, por lo que se apartó de los otros estados firmantes del Pacto de Varsovia durante la Guerra Fría. Sin embargo, la segunda década del gobierno de Ceaucescu se caracterizó por un régimen cada vez más brutal y represivo. Instauró un riguroso culto a su personalidad, un notable incremento nacionalista y un total deterioro de las relaciones internacionales con las fuerzas de Occidente, a semejanza de la Unión Soviética.  

Finalmente, el gobierno de Ceaucescu fue derrocado durante la Revolución de diciembre de 1989, en la que él y su mujer, Elena Ceaucescu, fueron ejecutados tras una mediática sesión en los tribunales de dos horas televisada para todo el país.